Lo estrené en Oxford durante un curso de Humanidades Digitales (coincidió con la final del mundial de fútbol de Sudáfrica) y después lo he usado en Louvain-le-Neuve, en París y en varias universidades españolas; incluso me conectaba con tan solo pasar por los alrededores del edificio (lo comprobé las navidades pasadas en la calle Alberto Aguilera de Madrid).
Solo he encontrado una pega: no puedo mandar mensajes con el gestor de correo de mis dispositivos; quizá sea un precaución de seguridad de mi universidad cuando estoy en otra, porque cuando me muevo de un edificio a otro o de un campus a otro dentro de mi universidad no tengo problema alguno.
Es un sistema muy sencillo de instalar, especialmente en el ecosistema Apple (tan solo necesitas un script autoinstalable que te debe proporcionar el servicio de informática de tu universidad). En Windows y Androide es un pelín más complicado, pero todas las universidades ofrecen información detallada sobre cómo instalarlo. Búscalo en la web o en el servicio de tecnologías de la información y comunicación (TIC) de tu universidad. Una vez que lo hayas configurado, usarlo es tan sencillo como encender el portátil o activar el teléfono inteligente o la tableta: estás conectado a internet permanentemente y con acceso total.
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